viernes, 14 de mayo de 2010

LA PRIMAVERA SILENCIOSA


El sábado 8 de mayo, por la noche, pude observar por casualidad, como un enjambre de abejas se apilaban, en dos o tres sitios diferentes, a unos 4 ó 5 metros de altura alrededor de pequeñas hendiduras en la fachada lateral de la iglesia de nuestra población.
Posteriormente, me he enterado que , ante la denuncia de algunos vecinos por el peligro que las mismas podían suponer para las personas, han sido retiradas por un equipo de bomberos.
Como persona que ama la naturaleza, quiero hacer algunas observaciones sobre este tema, para evitar falsas alarmas y miedos infundados.
Los enjambres no salen de una colmena por que sí, si no que lo hacen siguiendo a una nueva reina que se dirige a fundar una nueva colmena en otro lugar. El enjambre, siguiendo a su reina, se posa formando una especie de bola alrededor de la misma en cualquier lugar, mientras otras abejas investigan posibles lugares donde trasladarse todo el enjambre. Una vez encontrado un sitio adecuado, conducen a su reina y a todo el enjambre a lo que será su nuevo hogar.
Por eso me llamó la atención el hecho de que las abejas no estaban juntas, si no en varios sitios. ¿Quizá alguien taponó la entrada de lo que hasta ahora había sido su hogar en alguna hendidura de la fachada dejando su reina dentro, pensando que así marcharían?. Pues no marchan, las abejas sin su reina, mueren.
Las abejas no son en absoluto agresivas, y se puede convivir con ellas perfectamente, si no se les agrede. No es nada extraño ver casas de payes con colmenas. Solo pican, cuando se agrede a su comunidad, o raramente, si por accidente chocan con un humano, que ellas intentan evitar. A la altura en que se encontraban las de la iglesia, estos choques son poco probables, ya que el vuelo de las abejas suele ser un itinerario más o menos lineal, de ida y vuelta a los campos de flores a una distancia de hasta aproximadamente 3 kilómetros.
En el peor de los casos, que se produzca una picadura, aunque para la abeja significa la muerte, para el humano no pasa de una pequeña molestia y una erupción cutánea. Sólo sería peligroso si a una misma persona le picaran muchas abejas a la vez.
¿Qué hacer cuando un enjambre se posa en un lugar no deseado? Sencillamente, llamar a un apicultor. El sabe como tratarlas, las cogerá con cariño, teniendo especial cuidado de no dejarse a la reina, y las depositará en una colmena, donde inmediatamente, se pondrán a trabajar para producir miel, jalea real, cera, etc. Así de sencillo. Así de natural.
Las abejas constituyen un ejemplo de organización y laboriosidad. Trabajan incansablemente durante toda su vida, y además de valiosísimos productos como los que he mencionado antes, nos aportan algo insustituible, que muchas veces ignoramos: La polinización, sin la cual no tendríamos nuestras preciadas cerezas, nuestras manzanas de Lleida, nuestras peras, etc. etc. Sin las abejas, muchas especies de árboles y plantas desaparecerían, con lo que disminuiría drásticamente la biodiversidad.
¿Qué nos piden a cambio? NADA. O mejor dicho, nos piden algo que tal vez pueda ser excesivo para los humanos: Que las dejemos vivir en paz, que las indultemos, que no las matemos rociándolas con alguno de nuestros insecticidas, como si de una plaga se tratase.
Pero las abejas, nada pueden hacer para evitar su exterminio víctimas de los insecticidas que envenenan la naturaleza. Me temo que los humanos seguiremos matando todo aquello que nos molesta o nos asusta, por si acaso.
Cuando la última abeja muera, víctima de nuestra insensatez, entonces, vendrá La Primavera Silenciosa de Rachel Carson, cuya lectura recomiendo. Una primavera sin pájaros que nos molesten, sin flores que nos produzcan alergias, sin abejas que nos piquen y sin frutos por falta de insectos polinizadores. Nadie disputará al ser humano su estatus de especie dominante sobre la tierra. Por fin será el rey absoluto del vertedero en que habrá convertido la tierra.
Quizá este escrito pueda parecer, alarmista, pero los pesticidas están reduciendo drásticamente la población de abejas. Los apicultores se quejan de que las abejas mueren en gran número, sin que se conozcan las causas exactas.
Por último, para escribir este artículo, he contado con la ayuda de mi esposo, gran conocedor de las abejas y gran defensor de la naturaleza.
Pilar Cardeña Cruz