miércoles, 20 de octubre de 2010

ENTRE MALOS Y PEORES


Se aproximan nuevas convocatorias electorales, en Noviembre las autonómicas catalanas, y en Mayo de 2011, autonómicas del resto de España y municipales. Aunque oficialmente aún no ha empezado la campaña electoral, la precampaña ya hace días que comenzó y promete seguir por el mismo derrotero que las anteriores.

Después de algo más de 30 años de democracia, resulta curioso ver lo poco que han evolucionado las campañas electorales. Así, cuando habla un candidato del PP, sabemos de antemano que nos va a hablar de lo malos que son los socialistas y cuando habla un candidato del PSOE, sabemos que nos va a hablar de la falta de propuestas del PP.

Si esto lo trasladamos a Cataluña, los papeles se trasladan al PSC y CiU, los dos partidos con opción de gobierno, ya sea solos o en coalición.

Esto nos lleva a pensar, que los partidos no esperan ganar las elecciones por méritos propios, si no por los fallos de los oponentes. Por eso no basan las campañas en decir lo bueno que ellos harán, si no lo malo que harán los oponentes. En estas condiciones, cualquier mediocre puede resultar elegido, a condición de que el oponente sea peor que él. Es decir, no se trata de escoger al mejor, si no al menos malo.

Personalmente, me gustaría darle mi voto, no al menos malo, si no al mejor. Me gustaría escuchar a un líder que me devolviera la confianza desgranándome su programa de cómo piensa afrontar:


- La reactivación económica.

- La creación de empleo.

- El diálogo social.

- Las prestaciones sociales.

- La reducción del gasto público.

- La reducción de los cargos de confianza.

- La reducción de informes inútiles.

- La corrupción, que se está generalizando.

- La inmigración.

- Y todos los etc. que se quieran añadir.


Este es el discurso que me gustaría oír en los mítines. Y por favor, dejen de asustarnos con que viene la izquierda, la derecha o el tío del saco, que ya somos mayorcitos y les conocemos a todos. Tampoco hace falta que se estrujen el cerebro buscando la frase más ocurrente o el disfraz más llamativo. Las elecciones no son un carnaval, aunque a algunos se lo parezca. Estrújense el cerebro sí, pero en buscar soluciones a los enormes problemas del país y no en tonterías. Solo así les tomaremos en serio. Para lo demás, pueden dirigirse a alguno de los numerosos programas rosas que existen en TV para entretener a la parroquia.


Pilar Cardeña Cruz