jueves, 20 de enero de 2011

NUEVAS TECNOLOGIAS


Alguien ha colgado en internet un par de videos sobre la política local de La Llagosta. No es la primera vez que sucede, de hecho, hace tiempo ví otro en el que una concejala de nuestra población se perdía en una alocución sobre el huevo y la gallina en un pleno.
Pues bien, he visto los videos y, entiendo el malestar de los destinatarios de los mismo, pero tampoco hay que dramatizar. Son videos exagerados como corresponde a cualquier trabajo que se hace en clave de humor. ¿O no se ha ridiculizado y se sigue ridiculizando a todos los políticos catalanes a través del programa Polonia sin que pase nada?
Cuando alguien se dedica a la política ha de aceptar que aquellos que le pagan el sueldo también le critiquen de vez en cuando. Los políticos tienen muchos privilegios, pero evitar la crítica no es uno de ellos, salvo en la dictadura. Por tanto, no nos rasguemos las vestiduras. Echemos mano del sentido del humor, que dicen que tenemos, y valoremos de paso, cuales son las razones de que alguien se exprese de este modo.
He querido hacer este comentario, para salir al paso de una cierta caza de brujas que me cuentan que existe en la trastienda de la política local. Por un lado están los que temen que les señalen con el dedo como sospechosos de ser los autores de los videos; por otro, los que solo entienden dos posturas, o estás conmigo o estás contra mí.
Repito, con un panorama como el que tenemos, estos videos no deberían quitar el sueño a nadie, aunque tal vez merezcan una reflexión. Personalmente, tomo café e intercambio opiniones, con personas de distintas ideologías políticas de la población, y ello me enriquece. Todos saben que me gusta decir lo que pienso, aunque pueda resultar políticamente incorrecto.
Pero aunque soy una persona abierta, también tengo mis debilidades. Cada vez soporto menos la demagogia, el engaño, la manipulación, la mentira,... En cierta ocasión, estando en un acto público con un político amigo, le llamaron al escenario para que hiciera la entrega de un premio, y al paso dirigiera unas palabras a los allí presentes.
Subió a la tarima y sin tener nada preparado, improvisó un pequeño discurso, que a mí me resultó brillante, dado que se trataba de algo no preparado. Cuando bajó, le pregunté cual era el secreto del que se valía para poder improvisar con tanta soltura. En un alarde de sinceridad me dijo: "Tu también podrías hacerlo, basta con mezclar adecuadamente las palabras "pueblo", "solidaridad", "democracia", "participación ciudadana", "progreso o progresismo", y alguna más que se te ocurra".
Desde entonces, cuando escucho un discurso me acuerdo de este amigo y pienso que su escuela debió ser muy grande a tenor de cuantos políticos salieron de la misma.
Pilar Cardeña Cruz