viernes, 18 de diciembre de 2009

VIVENCIAS


Desde mi infancia, tres personas han influido de forma decisiva en mi evolución como persona. Dos de ellas son familia directa y la tercera no.
Yo tenía mis abuelos fuera de Cataluña, concretamente en Torrijos (Toledo), y Teresa, mi vecina, vino a ejercer ese papel de abuela, que por razones de distancia, no podian mis verdaderas abuelas.
Era Teresa una persona muy culta y avanzada para su época, leía mucho y le gustaba estar informada y comentar la política del momento, cosa poco habitual en aquellos años, y menos en una mujer. De ella aprendí muchos valores, incluido mi interés por la política y por intentar entender el mundo que nos rodea.
A Teresa la perdí a los pocos dias de casarme. Su hijo y su nuera, como una parte más de mi familia, estuvieron a mi lado en los duros momentos que me han tocado vivir la semana pasada.
Mi tío Juan convivió con mis padres y conmigo una larga temporada de mi infancia y juventud. Yo tenía solo trece meses cuando mi tío vino a vivir a casa. Cuando fui creciendo, se convirtió en un gran apoyo para mis estudios y he sentido siempre una gran admiración hacia él.
Mi primera pluma estilográfica, una Parker, lo que era todo un lujo en aquella época, me la regaló con motivo de mis buenas notas. Aunque el mejor regalo, siempre han sido sus buenos consejos y su ejemplo. A pesar de los altibajos de las relaciones que mantuvo con mi familia, él siempre ha estado ahí en los momentos más importantes de mi vida.
He dejado para el final a la persona que, con sus parcas palabras, me ha guiado y a hecho de mí la persona que soy hoy: mi padre. ¿Cómo explicar lo que mi padre ha sido para mí?. No decía una palabra más alta que otra, no se metía en problemas, era un luchador nato, un trabajador de la vieja escuela, que desde muy jovencito aprendió a andar solo por la vida.
Le gustaba viajar, y aunque era de Torrijos (Toledo), sentía predilección por Andalucía, y más concretamente por Sevilla, era un enamorado de esa ciudad y sus gentes.
Era una persona de fuertes convicciones políticas, que nunca se cambió la chaqueta, aunque últimamente, andaba muy defraudado de la situación del país y de la clase política. En las últimas conversaciones que mantuvimos los dos, me decía, estoy preocupado,no vamos bien.
En los tiempos de la dictadura, constantemente me advertía de que no cogiera octavillas del suelo, que no hablara de según qué temas en lugares públicos, para no tener problemas.
Cada día leía su periódico, le gustaba estar informado y poder comentar conmigo la situación de la semana. No soportaba la hipocresía ni la doble cara. Era de los que decía al pan, pan y al vino, vino.
Trabajó duro desde muy joven en la herrería que tenía su padre en el pueblo, cuando llegó a Cataluña y durante muchos años, trabajó en dos sitios a la vez, para sacar a su familia adelante. El, con su ejemplo, me inculcó el trabajo, la honestidad, el espíritu de sacrificio y superación, el amor a la familia, la lealtad con los amigos, el respeto a los mayores.
Hoy no tengo a mi padre, pero gracias a sus enseñanzas, tengo la fuerza y la valentía necesarias para afrontar su pérdida como a él le hubiera gustado, haciendo piña con mi madre y hermana, que como él diría "son bravas, pero te necesitan".
Quiero por último, agradecer las innumerables muestras de cariño que, junto con mi familia, he recibido estos dias tan tristes para mí. A todos gracias de corazón por vuestro apoyo y cariño.
Pilar Cardeña Cruz