miércoles, 21 de abril de 2010

Tengo un sueño, un solo sueño...


Así empezaba la famosa frase de Marting Luther King. Cada mañana cuando enciendo mi ordenador, leo la frase completa que en su día dijo el asesinado líder político.
Soñar no cuesta dinero y produce una inmensa felicidad cuando lo que sueñas son cosas buenas, sin embargo hay sueños que te producen un profundo desasosiego que te hacen despertar con intranquilidad.
Sueño con la libertad de expresión, sueño con espacios verdes, sueño con que esta sociedad sea más justa, más llena de valores y más preparada, sueño con poder jubilarme a los 65 años, sueño con ser feliz el resto de mi vida, sueño con seguir disfrutando de mi familia y amigos, sueño...
Sueño con una Llagosta sostenible, una Llagosta de no más de 16.000 habitantes, con una Llagosta que compagine la calidad de vida de su ciudadanía con el progreso, la innovación, la industria, los servicios y un comercio de excelencia.
Una Llagosta sin los ingresos derivados de un polígono industrial ya establecido que debemos modernizar y potenciar, de un probable parque tecnológico, de unos servicios ferroviarios, de unos comercios cualificados, de un mercat municipal moderno y dinámico, de una mediana superficie, será una Llagosta condenada a languidecer, con un futuro poco claro.
Por eso, es el momento de decidir qué Llagosta queremos para el futuro. Y en esto, amigos políticos, ustedes tienen mucho que decir, en el Debate de la Ciudad. ¿Por qué digo esto? Pues por que ustedes deben poner a disposición de los ciudadanos la información que facilite la toma de decisiones. No se pueden tomar decisiones acertadas si no contamos con información. Por ejemplo, se habla del número de habitantes que debe tener La Llagosta del futuro, pero el Ayuntamiento al apostar por la construcción de un determinado número de viviendas, ya ha hecho una apuesta en este sentido.
Por eso, me gustaría, y creo que no soy la única, que los políticos que apoyan esta apuesta me dijeran con claridad:
¿Cuántos habitantes, como techo preveen que tenga La Llagosta?
¿Qué ventajas aportaría una Llagosta de 20.000 habitantes frente a una de 16.000 habitantes?
¿Qué volúmen de ingresos públicos generaría un aumento de, pongamos un 20% de población?
¿Qué volúmen de gastos generaría la ampliación de todos los servicios existentes , Cap, Guarderías, Colegios, Casals, etc. etc. y la creación de otros nuevos?
Creo que se entiende perfectamente, aunque es posible que no se quiera entender, pero los que participamos en el Debate de la Ciudad, necesitamos datos y un verdadero debate donde, si hace falta se expongan en una pizarra los pros y los contras de un modelo u otro de ciudad, y que cada cual pueda defender sin cortapisas sus ideas y que finalmente, se llegue a un consenso de lo más conveniente para nuestro pueblo.
Hasta ahora, ha habido exposición de sueños, ideas, etc. pero con poca concreción sobre lo que se puede y lo que no, sobre lo posible y lo imposible, sobre lo que ya está decidido y lo que se puede decidir. Y la verdad, si seguimos por este camino, me temo que en vez de sueños, algunos participantes tendremos pesadillas cuando al final del proceso veamos que para lo único que ha servido nuestra dedicación y nuestro tiempo, es para que alguien nos señale como los artífices de una Llagosta, que tal vez no es la que nosotros queremos.
Por eso me gustaría, que el debate fuera auténtico, delimitado a lo debatible, pero auténtico. Debemos saber si podemos entrar en el fondo de las cuestiones o solo en cuestiones menores. Si podemos decidir cómo será La Llagosta del futuro, cuantas viviendas, cuantos aparcamientos, industrias, lugares de ocio, centros tutelados para la tercera edad, etc. tendrá o si por el contrario lo que decidiremos será el número de papeleras, las jardineras, los pasos de cebra, etc. temas que por supuesto, también son importantes, pero para los que no hace falta tanto gasto y puesta en escena.
He participado de otros procesos y seguiré participando en todo aquello a lo que se me invite o sea de libre participación, pero en honor a la verdad debo reconocer que este es un proceso "raro". Me sentí más cómoda, más integrada y más ilusionada con el trabajo que realizamos en el año 2002.
Y no debo ser yo la única que lo vé así. No hay más que ver que cada vez son menos los ciudadanos sin filiación política que participan. Alguien debiera preguntarse el por qué.
Pilar Cardeña Cruz