lunes, 8 de junio de 2009

POR FIN LAS ELECCIONES

Después de una campaña llena de descalificaciones, juego sucio, e incluso incitación del odio al contrario, pero con ausencia casi total de propuestas constructivas y exposición de programas, por fin ¡ya era hora!, llegaron las elecciones. Después de los datos que ayer noche se facilitaron por los medios de comunicación, esta mañana a las 06,00h., la radio me confirma la noticia:
"El gran ganador de estas elecciones, ha sido el "PARTIDO ABSTENCIÓN" que literalmente ha barrido con un 62,46% en el caso de Catalunya, al mismo tiempo que se va consolidando con fuerza, el "PARTIDO VOTOENBLANCO", que ha conseguido unos resultados nada despreciables de un 2,94% de los votos. El resultado de estos dos partidos, es realmente, asombroso, ya que nadie conoce a sus candidatos ni han dado ni un solo miting. El resto de partidos, a pesar de haber puesto todo su empeño en la campaña, han obtenido unos resultados poco alentadores, pues no suman entre todos (y son más de 20), más del 37,54%. Ante la imposibilidad de enviar a Europa a los ganadores, ya que nadie los conoce, se opta por declarar nulas las elecciones, y consultar a la ciudadanía sobre los temas que realmente le interesan, para, con la participación de todos, preparar nuevas elecciones con listas abiertas donde los ciudadanos puedan apartar a los demagogos, los chorizos, los impresentables, los aprovechados, los escaladores, los estómagos agradecidos, los que trafican con el poder, los que lo utilizan para hacer dinero y toda la clase de impresentables que han encontrado refugio en la política".
En esto estaba cuando ha sonado el despertador y me he dado cuenta de que, salvo los resultados, lo demás había sido sólo un sueño. Ningún partido se siente perdedor, y por tanto, dudo no ya que hagan algún cambio, creo sinceramente que ni se lo plantean. ¿Cuánta abstención y votos en blanco serán necesarios para que nuestros políticos escuchen el clamor de la calle, de las personas a quien dicen representar? No hay peor sordo que el que no quiere oir.
Pilar Cardeña Cruz